sábado, 11 de marzo de 2017

Consciencia y política 3

  • El primer círculo del entramado de dominio y manipulación de la Humanidad

El entramado de dominio que intenta mantener a la Humanidad en la inconsciencia y maneja la economía y la sociedad, cuenta con un núcleo duro o primer círculo cuyos componentes son hoy los amos del mundo: lideran la red global de control y manipulación; y dirigen a todos los demás círculos (una extensa y jerarquizada malla de élites y sub-élites) mediante una estricta cadena de mando en la que cada nivel sólo conoce parcialmente al inmediatamente superior. Por extraño que te parezca por los sistemas de creencias que se han encargado de implantar en ti y en la gente, entre los integrantes de este círculo primero no hay seres humanos.

Se trata de seres sutiles -carecen de corporeidad material, aunque pueden manifestarse y hacerse visibles- y poseen conocimientos y medios de actuación impensables para la Humanidad. Sin embargo, son muy densos consciencialmente, al estar apegados a deseos de poder tan egoicos como insaciables. Y mantienen relaciones con otros seres de baja frecuencia consciencial (entre ellos, diferente razas extraterrestres, así como diversas entidades energéticamente plúmbeas y sombrías que parecerían sacadas de relatos de ficción), pero avanzados tecnológicamente y avezados en el uso y movimiento de las fuerzas naturales y las energías vitales. ¿Cuál es la naturaleza exacta de los componentes de este primer círculo?

Los textos antiguos de bastantes tradiciones espirituales aportan importantes pistas al respecto. Por ejemplo, los evangelios cristianos, en los que se narra (Evangelio de Lucas 4, 5-7 y Evangelio de Mateos 4, 8-9) cómo a Cristo Jesús se le presentó el diablo, quien “lo llevó a un monte muy alto”, “le mostró en un instante todos los reinos del mundo” y le dijo:

Jesús - temptation

 
 

“Te daré toda esta autoridad y su gloria, porque me la han dado a mí y yo la doy a quien quiero; si tú me rindes homenaje (si postrado me adoras), será toda tuya”.

Jesús rechazó este ofrecimiento de quien él mismo denominó “Satanás” (Evangelio de Mateos 4, 10) o “príncipe de este mundo” (Evangelio de Juan 12, 31) y San Pablo llegó a calificar como “dios de esta edad” o “dios de este mundo” (Segunda Carta a los Corintios 4, 4).


Ciertamente, el diablo hace creer que no existe y la mayoría de las personas (“les ha cegado la mente”, se afirma en esa Carta) consideran que es un cuento, un producto de la imaginación o, como mucho, un símbolo metafórico del mal.

Sin embargo, el diablo es alguien real y los libros cristianos lo describen como un querubín: tipo de ángel perteneciente al segundo nivel de las dimensiones celestiales. ¿A qué se debió su descenso consciencial –“ángel caído”-? Pues si el místico Al-Hallaj compartió que “Dios es yo; y yo soy Dios cuando ceso de ser yo” (es decir, cuando dejo de identificarme con el yo físico, mental y emocional que uso para experiencia la vivencia humana y tomo consciencia de lo que realmente soy), Satanás, en su libre albedrío y partir de un momento dado de su existencia y proceso consciencial, ansía ser Dios sin cesar de ser él. Otros ángeles se le unieron en esta pretensión (Apocalipsis 12, 7-9). Y tras el retroceso consciencial ocasionado por este afán egoico, intentan ejercer de dios dominando a la Humanidad y consiguiendo que “el mundo entero esté en su poder” (Primera  Carta de Juan 5, 19).

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